Cuidado con el perro: ladra sin bozal

¿Eres de los que anda por ahí gritando tus defectos a diestro y siniestro? Yo soy de las que al menos los intento disimular para enmendarme o molestar lo menos posible, pero hay gente que no. Yo creo que lo llevan a gala. Se cuelgan de la pechera cartelitos del tipo: «tengo mala hostia», «la impaciencia me corroe», «deja de buscar, has encontrado al egocéntrico number one», «si quieres un pedante, aquí tienes molde», «de empatía voy muy justito», etc…

Pues la señora con quien me topé en la cola del súper casi me lo mete por la boca: «cuidado conmigo, me desgestiono emocionalmente con facilidad». Que no digo yo que lo que hice por despiste no dé rabia. Es más, si a mí me lo hubiera hecho otra, también me hubiera fastidiado, pero antes de dejarme arrastrar por mi infantil reacción, me viene el peso de años, siglos y milenios de avance de la civilización y me entra así como un complejo de llegar y estropear el castillo de naipes justo cuando queda la última carta… y me sirve de freno. Lo mínimo para volver al supermercado que voy a diario con la cabeza alta.

No me suelo fijar en quien va delante de mí en la cola de la caja. Yo lo siento, pero si apenas recuerdo a algunos de mis clientes, con anodinos desconocidos, vamos, ni queriendo. Temo ir a esos sitios donde tienes que pedir la vez y la gente anda merodeando la entrada pero sin orden estricto o esos donde has de fijarte en quien tienes delante sin más. He llegado a pedir que me avisen cuando sea mi turno, pero vaya, seguir la línea fija de la cola del súper… Hasta ahí llego normalmente sin problema, menos ese día.

Iba con mi hija enfrascada en esa típica conversación donde te cuenta todo lo que me cuesta sacarle si se lo pregunto yo, así que lo de menos era el paquete de york, el bote de detergente o lo que llevara en la cesta. Se ve, porque hablo a toro pasado y atando cabos, que delante justo de mí había una señora en la cola, más la que estaba ya siendo atendida. Se ve que me dijo que iba un momento a coger algo y se dejó sus dos productos en la cinta. Se ve que yo debí mirarla y asentir y se ve que ella, confiada en mi buena fe y en una aparente atención hacia su persona, marchó a rescatar de las baldas lo que se le había olvidado.

Cuando iba a tocarme a mí el turno observo esos dos productos que no eran de mi elección y le indico a la señora de delante que estaba casi pagando que se le había pasado eso. Me responde que no es suyo, el dependiente los aparta sin decir más y al poco, cuando va a iniciar mi compra, vuelve la señora de esos dos productos y comienza a vociferar que estaba ella delante.

—No pasa nada, no me he dado cuenta de que estaba usted delante, pase, pase —le digo sacando una sonrisa que no me salía a priori, pero que agradezco me acompañe como reminiscencias de mi timidez.

—¿Que no se ha dado cuenta? Pues si ha tenido que apartar mis productos. ¡Tendrá morro!

No eran ya las formas, hace tiempo que no me incomoda que la gente se ponga en evidencia a mi lado, pero estaba mi hija y nos interrumpió la conversación de golpe sacándome atónita de mi mundo para entrar en el suyo de reproches inútiles.

—Pues la verdad es que no me he dado cuenta, si estaba usted o no —seguía yo inútilmente justificándome porque ella ya me había sentenciado.

 —¿Cómo que no se ha dado cuenta? Pues si se lo he dicho, que me guardara el turno que iba a coger algo. ¡Pero qué morro!

Y la verdad, no entendía por qué estaba la señora tan alterada, casi no había nadie en el local, era una hora intempestiva para comprar, no le hacía falta ni siquiera que le guardaran la vez.

 —No, no me he dado cuenta, es más, se lo he preguntado a la señora de delante por si se le había olvidado en su compra.

—¡Pero si se lo he dicho! ¡le he dicho que volvía en un momento! —seguía insistiendo la pobre desquiciada. Comprendo que no tenga que conocerme y saber que se trataba de un despiste, pero podría haberle surgido la duda de que no fuera la protagonista de mi tarde de compras. Pensé que le daba vergüenza parecer una «colona» y opté por hacerle las cosas sencillas y terminar su creciente hostilidad.

—Disculpe, no estaría atenta, no se preocupe, ya está.

Pero se notaba que ya estaba lanzada en la nave de no regreso de la cordura hasta que saliera de escena.

—¡Pero qué morro tiene la gente! ¡Que no se había dado cuenta, dice!

—Mire, que no me he dado cuenta, no me acuerdo, la verdad. Pero de todas formas, le he dejado pasar, su turno ha sido guardado y está siendo atendida ¿qué más puedo hacer?

No era una pregunta baladí, juro que con tal de que se fuera pronto, le hubiera hasta pagado la cuenta, pero no supo aprovechar la ocasión y seguía farfullando no sé qué mientras metía con evidente brusquedad lo que el dependiente anonadado le iba ticando. Y con aires de gran ofensa, se marchó.

Mi hija que creo tenía la respiración contenida, al fin soltó:

—Mamá, qué vergüenza —me decía un poco sofocada por ser mi acompañante.

—Ninguna, la que tiene que tener vergüenza es ella. Ya ha dejado su video de presentación en este establecimiento y nosotras podremos seguir viniendo sin incomodidad alguna. Eso sí, ya se guardarán mucho de olvidarse algo delante de nosotras —y le guiño un ojo para reímos y aliviar la tensión.

Lo que más me pesa de todo esto, es que me resultó tan desagradable que borré de piso facto su cara y aspecto, así que como me la vuelva a encontrar en el súper… ¿No tienen carteles en la entrada para mí tipo: «peligro con esta señora, si no hace usted algo interesante, se parece a George Clooney o es de su círculo conocido, se despista, no le pida la vez»?

2 comments

  1. Hola , gracias por responder a mi comentario , solo decia y digo perdon cuando abordo alguien sin conocerlo, y sin presentarme primero .

    Tienes toda la razón deberia haber pedido PERMISO , para poder hablarte o comentar sin conocerte .

    Lo unico que me llamo la atención fue tu pensamiento altarino y soberbio .

    Por lo de coach , te comentaba que no se escribe a bordar , como si estuvieras con la aguja y el hilo , sino

    abordar a una persona .

    Saludos y pura vida …… quiza sea el caloooo

  2. Laura Segovia

    Hola, Andrés, quizá no me expresé bien, pero no indicaba lo del permiso para hablarme o comentar, y menos en mi página. No, indiqué lo del permiso para corregirme y educarme públicamente, pues también se demuestra en ello la educación, y de ahí decía que igual había que coger turno, o… no perderlo 😉
    Lo del la palabra abordar, te agradezco me llames la atención si así se ha colado ese gazapo, me esfuerzo, no como coach, sino como escritora, en hacerlo lo mejor posible. Mas, no lo descubro en el texto…
    Y sí, se nota mucho que este verano el calor ha hecho estragos. ¡Saludos!

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