ComunicAcción

En cuanto Fabián Villena me llamó para hacerme una entrevista para su Programa Actitudes Positivas, no me lo pensé dos veces y ahora que ya pasó, declaro públicamente que lo que me pida él, allí estaré. No sólo es porque sea un magnífico profesional, sino porque derrocha aquello que predica y soy adicta a las emociones positivas. Así que mi primera incursión tras las cámaras no podía haber sido más afortunada: me sentí en casa, me divertí y aprendí un montón. Y esto que acabo de decir es muy importante para la experiencia de una persona.

Precisamente hablaba en la entrevista de por qué uno de los miedos más comunes y difíciles de superar es el miedo escénico y tras estudiar, pero sobre todo, tras las conclusiones de mi trabajo, observo que deriva de una causa común: una mala experiencia. Tan sólo una sola vez que no hayamos salido airosos, tan sólo una sola vez que nos quedáramos en blanco, tan sólo una sola vez que sintiéramos que estábamos mejor muertos que vivos en ese momento basta para que no volvamos a intentarlo y la sola sospecha de volver a pasar por ello activa nuestro sistema límbico cual potente droga. Si encima en las siguientes veces volvemos a repetir ese patrón, el miedo se instaura de por vida.

De lo que hablamos, para mí fue lo de menos, reconozco que mi finalidad era vivir, divertirme y aprender de la experiencia y creo que, una vez más, olvidarme del qué dirás tú como espectador de la entrevista, fue clave para sentirme a gusto. Aún así, sucedieron pequeños detalles que me ayudaron. ¿Qué hace la foto de ese señor colgando de una de las cámaras? ¡Ah, tu anclaje! exclamé cuando  me lo explicaron. Se trataba de un objeto que para una de las personas transmitía serenidad y confianza. Eso quiere decir, Laura, que no eres la única a quien un trozo de metal, cristal y plástico negro frente a ti, impone. Me bajó un 60% mi nivel de ansiedad, que aunque no fuera mucho, todo sea dicho, en el «momento» tiene la virtud de saludar con la mano.

Pero lo que más me sirvió para vivirlo como una grata experiencia, sin ningún lugar a dudas, es la más poderosa arma que poseemos las personas: la sonrisa. Y si además hablamos de comunicAcción (proceso bidireccional que produce cambios en las partes que intervienen), no me limito a recibir ese chute de emociones positivas que me transmitió Fabián y Carlos Guerrero, si no también la sonrisa que le devolví y el efecto que tuvo en mí ese gesto de correspondencia. Hacer como si, sonreír ante la adversidad, imitar los gestos de tu interlocutor, escuchar activamente, decirte mensajes de refuerzo, centrarte en tu objetivo y en el presente, para mí son las claves para que hablar en público sea una experiencia grata y ello se mide de la siguiente manera:

1) Notar el «buen miedo» que nos mantiene alerta y raudos de respuesta, pero no bloquea.

2) Ser conscientes de cómo el cuerpo, la voz y la mente se relaja: los hombros descienden, las manos no se aprietan, dominas el tono y estás pendiente de tu discurso sin juicio crítico destructivo.

3) ¿Ya hemos terminado? ¡Jo, vaya!

Si esto sucede, tienes posibilidad de avanzar. Y si no sucede, se revisa en qué parte te atascaste para continuar buscando nuevas oportunidades. También os voy a desvelar otro componente casual en esa entrevista: tenían que hacer otro acto y no  les daba tiempo a cambiarse de camisa más que allí delante… Cosas de la televisión, del directo, de la improvisación, del arte escénico… ¡Son humanos! Sí, pensar que todos los que se ponen delante de un escenario, de unas cámaras, de un micrófono o de un auditorio han pasado por lo mismo, ayuda. Y escuchar historias también ¿no crees?

Aquí te dejo el enlace al Programa subido en Youtube: