No es lo mismo abogado que asesor

Nunca antes pensé que años más tarde de trabajar como asesora interna de empresa me pusiera yo a escribir esto. Seguramente se deberá a la visión y perspectiva que te aporta cierta distancia y a la cercanía que otras figuras me ofrecen. Pero no, no es lo mismo ser abogado que asesor.

Estaba el otro día hojeando programas de esos que ofrecen las escuelas de negocios y universidades acerca de lo que un asesor de empresa ha de saber y después de dos leídas a varios le daba la vuelta a la tablet a ver si ponían en el reverso y en letra pequeña lo que de verdad iban a necesitar. Y nada más (y nada menos) que te ofrecen conocimientos en materias generales de obvio manejo para cualquier abogado que se acerque a la puerta de una empresa y que de perogrullo con un poco de estudio y esfuerzo se le supone: Derecho laboral, fiscal, mercantil y civil contractual. Y debajo del brazo el librito de negociación basado en el método Harvard…

Hablo de un asesor interno, de un titulado en Derecho y normalmente colegiado como abogado, pero que va a estar en plantilla. Es esa figura jurídica cuyas funciones, entre otras y muy variopintas, es asesorar en la toma de decisiones diarias, en la construcción de pactos, en la resolución de conflictos y en la estrategia empresarial. Dejo aparte la figura de aquel médico de cabecera cuyos clientes necesitan diagnósticos y pastillas a menudo pero no de continuo, o sea, abogados de igualas. Y también dejo aparte a los grandes conocedores de comunes problemas puntuales que conforman despachos conglomerados para abordar la mayor casuística posible a la par que el presupuesto empresarial destinado a ello (Garrigues, Cuatrecasas, Uría y su compañía).

El asesor interno es el que lidia con todos, los de dentro y los de fuera, y aparenta que no lo hace con ninguno. Ha de velar por los intereses de la empresa, que a veces incluso son contrarios al patrimonio y veraneo del Consejero o Administrador, a las locuras ambiciosas del Director o Gerente, a los delirios de grandeza del Jefe de Departamento, a las incompetencias del Coordinador de Proyecto, a las tradiciones decimonónicas del casi jubilado empleado del año y a las sutiles venganzas del personal administrativo.

También ha de defender frente a las Administraciones Públicas (funcionarios y políticos) una postura y al ejercicio siguiente la opuesta, con la misma sonrisa y convicción que las Navidades pasadas. Y no digamos traducir con elegancia para el «aliado contrario» que quieres quedarte por la cara aquello que él tiene y que tanto te hace falta, pero que por cortesía del Código Penal te sometes a una negociación donde camuflar los juegos de poder que te traes. Que levante la mano el asesor que no ha jugado a poli bueno/poli malo en su empresa. Si no te has estrenado todavía, es que no has alcanzado siquiera la pañoleta de boy scout.

Sí, estoy hablando de esa figura que en vez de colgar el teléfono por el método del lanzamiento con corroboración de los efectos de la ley de la gravedad trae de casa antes de desayunar su aceite de esencias «resbala ideas necias». Sordo no te puedes quedar, que luego uno no sabe nunca qué podrá usarse en juicio como prueba, es mejor que lo escribas en una libreta como tomando notas muy seriamente y lo grapas detrás del informe del Consejo que nadie se lee.

El asesor, para luego plasmar, estudiar, justificar, incordiar o salirse con su razón acude a la figura del abogado. Que, o bien puede también estar en plantilla o estar subcontratado para la ocasión. Pero quien sabe cómo funciona la empresa, qué fines prioriza, qué pulgas pican y qué gambas se pagan, es el asesor. La cultura empresarial, ése ha de ser su libro de cabecera, déjate la jurisprudencia, la base de datos legal, la revista del notariado o el «Arte de la guerra»… Empápate de un par de actas de las últimas reuniones de comités o departamentos y ya sabes en qué vas a estar ocupado las próximas semanas.

Pues bien, aclarado esto diré que los Abogados son los técnicos-ejecutores y los Asesores los pensadores-coordinadores. Aquí se podría quedar la distinción y acabar el post, pero me gusta cerrar con lo que empecé y de paso, enrollarme más, que el tema me apasiona.

Pretender que pegado a la pantalla de un ordenador lidiando con contratos, mails, acuerdos, artículos, BOEs y sentencias pioneras vas a solucionar el problema, es desconocer el oficio. El asesor es el que además de asistir a una reunión y tener todos los datos para plasmarlos en un documento, habla con los que no estuvieron presentes pero que son igual de cruciales en la ejecución de ese buen acuerdo. El asesor, en pleitos de enjundia (más allá de una multa de tráfico con 50% de reducción) pregunta por el horóscopo diario de cada uno para descubrir en las respuestas donde está el gazapo que ha llevado a esa trágica situación sin que nadie salga señalado, y encima viste a un externo que pasaba por la calle de cabeza de turco.

El profesional que se dedique a estos menesteres ha de asumir que es el mal necesario para que las cosas funcionen. ¿Vende los productos de la empresa y trae «comida»? No. ¿Te presenta los informes que encandilan a los inversores e inventa las normas a los deseos? No. Llevas grabado a fuego en el cuero del maletín, que un día de borrachera el mandamás tuvo a bien regalarte en agradecimiento por la consulta sobre la disolución del matrimonio de su hijo sin arruinarle el patrimonio que con tanto esfuerzo le está costando derrochar, que si todo va bien y se gana un pleito, es que son unos fenómenos y tenían todas las razones del mundo; y que si las cosas se tuercen, no asesoraste adecuadamente o no defendiste bien sus posturas.

Como se puede apreciar, todo competencias propias de la comunicación, la manipulación, la escucha con lapsus de memoria para conservar los escrúpulos, la pillería, la paciencia y la cabezonería. Eso sí, aderezado con grandes dosis de diplomacia, mano izquierda y pie derecho, o sea, lo que vienen llamándose habilidades sociales.

¿A qué visionaria escuela de negocios, instituto de enseñanza postgrado o universidad se le va a ocurrir por fin formar en Asesoría de Empresa?

One comment

  1. José Quintana

    Mi pregunta. es si prestar 12 hora.en el día es un delito.por castigo

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