Menos iluminados y más gente brillante

Cuando escuché la frase «Aquí no vas a encontrar gente brillante» pensé que quien lo decía hablaba desde prejuicios o desde el desprecio, clasismo o ceguera. Además, yo admiraba y sigo admirando a esa persona que se dedica al coaching con maestría profesional y su frase me impactó. No la rechacé de plano, porque cuando las cosas me impactan las suelo guardar para masticar y digerir en mejor situación emocional, capacitación o fuera de ese contexto.

Debo especificar que la llevo guardada años y que hace dos días la comprendí en su profundidad. Con cierta tristeza, todo sea dicho, por haber cedido pese a tanto tiempo resistiéndome a incluir en mi repertorio de creencias tal afirmación tan categórica y con tan corta experiencia que me supongo en mi limitada vida. Pero negar que he llegado a darla por cierta, me origina incoherencia, pues así lo pienso, así lo siento y así lo he experimentado.

Cuando me dijo esto esa persona hace tiempo, veníamos de un evento donde la mayor habilidad del ponente era motivar a las personas que allí acudían. Unos lo veíamos desde el valor que ello aportaba, sin mayor pretensión que disfrutar de un ambiente amable creado a tal efecto para hacerte sentir bien, inspirándote  alguna idea, pensar de manera optimista en tu futuro y esperanzado de espíritu. Joder, de verdad, nunca he visto mal este tipo de charlas, me gustan tanto como las cómicas, las ilustrativas de nuevas técnicas, las filosóficas, las artísticas, las visionarias y las reflexivas, a la par que huyo de las indignadas, catastrofistas, comerciales o las que adoctrinan y alienan hacia el pensamiento único.

Claro que allí también había otros que tomaron aquel chute de subidón como tabla de salvación para sus vidas y si aquel tipo llega a poner a todo gas la canción de «We are de champions» se los lleva a casa para que le construyan un mausoleo y cambiar a su Dios por este Divo. Mas yo no le di más importancia de la que tenía: se gastarían unos eurillos en su  curso o evento y un empresario de la hostelería tendría ese finde unos cuantos menos clientes de la contornada, pero ya está.

Me he hecho la remolona varias veces para no acudir a esos actos de formato americano donde se empeñan en ponerte de pie y sentarte varias veces para que te actives y no te amodorres en la silla porque generalmente exceden del tiempo adecuado, darte palmaditas y abracitos con el de al lado fingiendo que te importa un carajo ese desconocido, vociferar consignas como en los payasos de la tele y sentirte tan borrego como en el cole para así no hacerte responsable de tu propio disfrute. Pero tiendo a darme oportunidades de crecimiento, tolerancia, mente abierta y me puede la curiosidad por encima de todo. Me encanta que la vida me sorprenda, que me de golpes no mortales y que me lleve la contraria, así que cada cierto tiempo voy a estas cosas y rescato lo rescatable.

Si me pilla más cerrada o rebeldona, me siento en un extremo para no interrumpir el espectáculo, pero me autorizo sin remordimientos a no hacer lo que no me apetece y ciertamente aprovecho para entrenarme en dejar a un lado la vergüenza ajena, la tendencia a seguir a la masa y no sentirme mal por ello y más tontadas que se me ocurren mientras observo y no me implico.

Si acaso el amanecer tiene a bien despertarme pletórica, energética, desprejuiciada y conciliadora con mi especie, pues además de apuntarme al acto, acudo con la mejor de mis actitudes y mis más bajas expectativas. Me mimetizo con el ambiente, si me ponen música, bailo; si hay que dar palmadas, pues se dan; y si llegan a pedir voluntarios alguna vez mi impulsivo brazo me ha traicionado y me llevo una sesión gratis de superar miedo escénico. ¿Se me puede pedir más? Pues sí, ciertamente todo va bien hasta que llega la parte de verdadera intención del ponente que no suele coincidir con mis intereses o necesidades.

Cuanto más irresistible la oferta, más estudiada y de manual es: te hago ver tus problemas y te doy la solución. Sencilla la cosa ¿verdad? Pues para eso te tienes que tragar antes toda una arenga de casuística de cosas muy obvias que haces mal, de misterios acerca de ti que no has descubierto, de logros que están a la vuelta de la esquina y por supuesto envuelto todo en clave de humor, paz y amor.

Cuando ya te han hecho saber y suponer que tú y todos los que estáis en la sala mal comemos, mal follamos, mal reímos, mal nos movemos y mal nos queremos, te ofrecen un paquetito de dinámicas flipantes, herramientas impactantes, pruebas energéticas, retos fantásticos y resultados mundialmente avalados por gente con apellidos anglosajones que va a hacer que cuando vuelvas de dicha congregación a rebosar de gente tan mal comida, follada, reida, movida y querida como tú, tu vida no va a volver a ser la misma. A mí una vez un amigo me contó lo mismo tras un concierto de Los Rolling…

Te sabe hasta mal rechazar tal ofertón por el módico precio de (para los siempre asistentes y en compensación por la arenga soportada, rebajado, por supuesto). ¿Y privar a tu body de semejante acontecimiento e inflexión para tu mal comida, follada, reida, movida y querida vida? De verdad, te sientes rastrero por negártelo.

Conozco a personas que fueron y volvieron, cambiaron, mejoraron, continuaron igual, se divirtieron, se deprimieron, pidieron la devolución, etc. Y aún así, a pesar y gracias a, digo: a esos eventos de iluminación del aura que anda a oscuras no abunda la concurrencia de gente brillante. Y por brillante entiendo aquella persona que aporta gran valor desde su humanidad y para la Humanidad. Es mi idea de gente brillante, que para mí no tiene que ver con ser exitosa, rica, popular, titulada, carismática, arrojada, espabilada o afortunada.

Jamás las encontré apuntándose a cascoporro a esos multitudinarios actos que se organizan para optimizar costes y efectismo con los que deslumbrar a los allí congregados (y enjuiciados en esas charlas iniciales como infelices) bajo luces artificiales para que vean el resplandor lejano de un botoncito interno que deberán seguir activándose en casa. Sí que de allí se ha vislumbrado el potencial, el talento o la chispa que prenderá y es posible les hará brillar, mas son futuribles, no presentes.

Pongo al Desarrollo Personal por testigo que allí no vas a encontrar gente brillante. Ni uno solo de estos iluminadores te narran que se forman, se transforman, se descubren, adquieren más brillo u obtienen al fin el maná que deseaban en estos actos, codeándose con gente idem. Ellos son los creadores o hacedores, no burdos seguidores.

Ni una sola persona que yo considero brillante se pule en tales eventos de quita y pon. Tan sólo recordar que existen otros lares como las bibliotecas, los viajes, las tertulias, los museos, las montañas, los mercadillos, los barcos, la calle… Cada uno se querrá relacionar con quien desee, pero a mí, quedándome tan escaso e incierto recurso como es el tiempo, cuanto más gente brillante a mi alcance tenga…

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