Lo que el velo muestra

Me trae loca de asombro esto de los velos religiosos. Ya fueran católicos, ya sean musulmanes. Taparse para no excitar la lujuria de desconocidos… ¿Estamos tontos todos?

Esto no se sustenta ni a la primera revisión, pero ya sí que me parece el colmo que occidentales más avezados en derechos y libertades traten de justificar esto en nombre de la tolerancia. (He dicho avezados, sí, no avanzados, porque si empezamos a escarbar y ponernos exquisitos, se nos cae la plaza).

Desmenuzado el argumento de tener que ocultarse para que otro sujete sus ganas de arremeter contra una… Es tan disparatado que, efectivamente, han tenido que montar toda una teoría, alineación y sistema coercitivo para que se cumpla sin chistar y con anuencia del resto del planeta que observamos esto, desgarrándonos las vestiduras por no darles a los perritos los mismos derechos que a los humanos y montando manifestaciones contra los spoliers de la serie Juego de Tronos.

¿Pero dónde se ha visto que para frenar la gula de un tío que ni conocemos nos privemos de comer y tengamos que pasar hambre? ¿Y qué me dicen de plegarnos a los caprichos de cualquier transeúnte para evitar que se le desate la ira? ¿Acaso debemos donar ipso facto todos nuestros bienes ante a quien se le asome la avaricia? ¿Matar al tiempo para que así ni se planteen los perezosos el dilema de tener que actuar?

No, pero no termino ahí de plantearme actos concretos que he de evitar hacer yo para que los «pecadores capitales» del mundo se purifiquen… A mí, que me den con mis pecadillos, pero a estos, no. Me he de eregir en salvadora de sus patrias. Patrias que ni conozco, porque si es ante hombre propio no pasa nada. Mas ante desconocidos ¡oh, cielos! he de velar por su integridad y moral.

De verdad que no logro descifrar esa absurda creencia de que la responsabilidad de la lujuria recae sobre el «objeto» y no sobre el sujeto que la padece.

Y ya puestos… ¿y qué pasa si les entra lujuria? Pues uno ya va siendo mayorcito para controlarse ¿no? Digo yo que es más fácil y barato que tapar todas las cabezas, educar en pellizcarse los cojoncillos cada vez que te entren pensamientos que tu credo no te permite. Algo inventaremos para los mancos, pero aún así sería menos costoso que todo el tinglado que se ha montado.

Encima acentúan en las mujeres (sus madres, hijas y honradas esposas) que sean pretenciosas, porque les toca creerse a todas dignas de causar lujuria y a vamos a ver, para ello también hay que valer ¿qué quieres que te diga?

Es como si una onza de chocolate se me hiciera la estirada para evitar mi lascivo deseo de degustarla deshaciéndola en mi boca y resultara que la misma estuviera hecha de acelgas crudas y revenidas.

—Oye, que tú no, que no hace falta.

—Ah, sí, lo dice mi religión, así que no me enseño para no gustarte ¡aguántate!

—Vale, pues tú misma…

Lo único positivo que le veo a esta creencia, es que al menos dejan a las señoras que se restrieguen tranquilamente en el lodazal de lujuriosos pensamientos. O las creen muy controladas, o carentes de ello, o las pretenden tener calentitas con tanto morbo de represión, o va a ser que las quieren dejar libres. Ya puestos en lo absurdo… cualquier respuesta me resulta igual de posible. Eso sí, la escribimos en escrituras sagradas y dentro de varios siglos al reinterpretarlas nos reímos todos y todas, si no, no tiene gracia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *