Aguantarse… a uno mismo

Creo que todo se confabuló ese día…. Un post de mis «Bacalaos» sobre qué escribir en las que sugerí que cuando falla un tema hablar sobre uno mismo es un recurso infalible, añadido a una conversación en la que mi interlocutor me llegó a decir que se notaba que no me aguantaba ni yo, me hizo saber que sí, era uno de esos días. Y fuera la machistada, feminidada o topicazo acerca de mi ciclo reproductivo. Llevo  tres décadas observando que desgraciadamente estos días de los que hablo no siguen pautas, que ni siquiera tienen remedio by calendario y que ni mucho menos existe una explicación para ello que pueda resaltar con fotos bonitas la revista Muy Interesante. No, es un carga, un lastre que cada cual arrastra.

Era de esos días en que me sentía al mismo tiempo y sucesivamente, a momentos intercalados y simultáneos, eufórica por lo que vendrá (futuro), melancólica por lo que se fue (pasado) y por supuesto escapista de lo que me acontece (presente). O sea, normal agudizado, así como muy insoportablemente yo. Pero es que no me queda otra que aguantarme, los demás sí tenéis la suerte de desconectar de mí, pero yo… no me queda otra.

Para luego paradójicamente intentar ir cambiando a todo dios que se nos cruza por su gesto, su actitud, su comportamiento, su… ¡Pero chico, con lo fácil que es desconectar de los demás! Si lo jodido del tema es cuando es uno mismo. Que sí, que sacamos los apuntes de gestión emocional, que sí, que retomamos esos ejercicios de respiración de… ¿Pero qué demonios hacemos hasta que haga efecto? ¡Meditar! me dijo una conocida que obviamente no me conoce. ¿Meditar? ¿Eso en lo que uno tiene que estar parado e intentar que su mente se quede en blanco? Seguro que es una fantástica solución, no lo dudo, pero me atrae menos que descargar adrenalina subiéndome a la atracción esa que después de estar una hora de reloj haciendo cola a pleno sol ves como en el turno anterior acaba de saltar por los aires el guiri de la estadística. ¿No hay otra cosa?

«Nunca estarás sola», gran consuelo para el resto de días, pero ¿no puedo apagar a la petarda ésta hasta que se le pase? No, no, me tengo que hablar bien y decirme cosas agradables. Ale, guapita de cara, estáte calladita un rato y déjame concentrarme en el ahora, sin juzgarme, sin elevarme tras las cometas de colores para luego caer en picado en el áspero subsuelo, todo a cámara rápida y retrasada…

A veces me pongo con alguna actividad que me reporta enseguida a estar en FLOW, tal como escribir. No hablo de sustancias más raras que la tinta azul ¿eh? Yo creo que por eso nunca se me ha ocurrido drogarme ¡lo que me faltaba! aguantarme colocada tiene que ser ya… No, si en esos momentos no te enteras. ¿Y tú qué sabes? no, no, calla, mejor ni lo intento que me conozco. Ese es el gran problema… que me conozco… Ni siquiera cabe el factor sorpresa… Bueno, ahora que me pongo a pensar… un par de veces que parecía una enajenada de mí… No, no, mejor controladita, mejor.

También puedo acudir al viejo método escuchado todo este verano que pasaba por delante del Mercado: ¿Ajooo, guapa? Me preguntaba un morenito salao con ristras colgando de su brazo. Y yo le contestaba siempre lo mismo con una sonrisa: mañana. Pues eso, acudir al «a jo…» también podría ser válido. Al fin y al cabo, todo llega, todo pasa…

En fin, que aquí estoy en este post, que no sabes si lo escribí porque no tenía tema de qué hablar o lo escribí porque estaba haciendo terapia para conseguir aguantarme ;·)